Los aumentos salariales generales producirán inexorablemente la caída del empleo si se producen dentro de una economía en retracción. La ecuación es muy simple: si el costo laboral total CLT aumenta con una cantidad determinada de trabajadores TrOcup y la producción vendida se reduce AEcon , la empresa se debe ajustar al nuevo esquema en todos los planos incluido el laboral. (+CLT =TrOcup -AEcon = Ajuste integral).
Si en una empresa hipotética el CLT es $ 30.000 y se reparte entre diez (10) trabajadores, y se produce un aumento mandatario del 20% y la actividad cayó en un 30%, la dotación se deberá reducir en 3 o 4 puestos de trabajo como mínimo (30 o 40% de la dotación original), o mantener el plantel importa bajar el costo en un 35%/45%, lo que representa suspensiones de bajo costo (art.223 bis, LCT), y por un plazo de alrededor de dos meses como máximo, (Ejemplo: CLT 30.000 x +-1.20 : 10 TrOcup . -AEcon = -3/4 trDesocup ).
Si se llega al despido, en las empresas de primer nivel se abonan indemnizaciones cuyo costo no será inferior al 140% del monto legal, en las medianas se abona el 100% del marco previsto en el art. 245 (LCT) y en las pequeñas se paga el 50% del monto legal. En cualquier caso el ‘pay back’ de estas indemnizaciones se amortiza en un promedio de 12 meses. Por ahora, es muy pequeña -casi insignificante- la incidencia de los despidos de empresas en cesación de pagos, crisis terminal o en concurso o en quiebra, en donde las posibilidades de cobro son remotas.
De una política de recuperación, crecimiento, y hasta abundancia que se extendió por más de cuatro años hemos ingresado dramáticamente a una política de escasez, falta de crédito, y ya se sienten los primeros efectos de una recesión incipiente. Quien tiene no gasta ni invierte por prevención, quién no tiene no gasta porque no puede.
El ajuste general puede producir además desplazamientos de ingresos de un sector a otro, y adicionar un nuevo conflicto intersectorial. De hecho, una de las luchas más claras y despiadadas que se dio en estos años es entre sindicatos por la representación de los trabajadores a cuyos fines contar con un salario convencional alto se convirtió en el instrumento estratégico fundamental para seducir a los interesados de pasar de una actividad o profesión a otra, (Ejemplos: la empleados de limpieza de los subtes en ATE, los trabajadores de logística en camioneros, los servicios complementarios en el gremio de la actividad principal del contratante, etc.). En otras palabras, el debate hoy no debe centrarse en pautas oficiosas como la del 13% surgida de los pasillos oficiales, ni en la libertad de negociación de los salarios reclamada por la CGT. Lo esencial es revisar la política de ingresos en el contexto del 2009 que nada tiene que ver con la puja distributiva del lapso 2004/2008. Las posibilidades distribucionistas se desplomaron con la crisis financiera global, con los efectos en la economía regional, y ahora, con la conmoción dentro de la economía real de cada sector y región a nivel local, por ahora evidenciada en un deterioro del consumo, y en la paralización de la creación de empleo. Los pactos sociales, la gran paritaria nacional, y los grupos de coordinación solo son eficaces con la participación de los ‘players‘ principales de cada actividad, y con una fuerte contribución del Estado disminuyendo el gasto público improductivo, volcando recursos a las inversiones de infraestructura, y promoviendo una reforma fiscal integral que le permita al sistema volver a recuperar la equidad y la distribución equitativa y justa de las cargas previsionales e impositivas. La gran política del subsidio se ha convertido en una hipoteca, sobre todo en el plano laboral, donde el tratamiento de los trabajadores, conforme al sector, la región, o la actividad ha sido totalmente inequitativa y basada en favoritismos.
Los ajustes por actividad dentro de la negociación colectiva libre (sin pautas) no es compatible tampoco con las restricciones en los precios basados en los controles, ni con las que impongan los mercados. Es por ello, que hay que vigilar las importaciones para evitar damping económico y también social, cuando los productos provienen de economías con costos y productividad completamente diversos a los nuestros.
En un marco tan simple como el precitado, no tiene relevancia alguna si las empresas tuvieron buenos resultados anteriores, ya que los mismos se reinvirtieron, se distribuyeron utilidades, premios, bonus, etc. Lo importante para evaluar el futuro inmediato, es el nivel de ventas y de rentabilidad, en relación con la inversión y la estructura. Es más, se podría considerar como un factor aleatorio la competitividad global, ya que los mercados no solo se han segmentado, sino que actualmente se han fracturado, en la búsqueda desesperada de las corporaciones de salvar lo esencial para sobrevivir. En la crisis por la supervivencia, no hay reglas, o las reglas cambian subordinadas con necesidades cruciales.
Se pueden adoptar una serie de medidas que pueden tener efectos positivos como por ejemplo:
n que los salarios sean objeto de discusión y negociación ex post facto, o sea que no debería anticiparse inflación proyectada, sino que debería evaluarse la inflación transcurrida y conforme la evolución de la actividad en cada sector;
n que las discusiones se basen en mejoras de la productividad o en un marco de viabilidad mínimo, diferenciando a las pequeñas empresas de las medianas y de las grandes, y en su caso, a las que están en grave crisis de las que operan bajo condiciones operativas normales;
n una reforma integral del sistema tributario que permita recuperar la equidad y justicia en la distribución de las cargas;
n que se abandone el voluntarismo de anular los despidos, ya que para neutralizarlos solo se necesita contar o crear las condiciones para preservar el crecimiento sustentable; y
n generar políticas de promoción de las inversiones con mano de obra intensiva, que cuenten con actividad operativa y desarrollo tecnológico, alineados con las necesidades y demandas más importantes del mercado regional e internacional.