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28 enero 2011

La Eurozona propicia la “flexiseguridad” agobiada por el desempleo

Viernes  28 de Enero de 2011

La Eurozona propicia la “flexiseguridad” agobiada por el desempleo

 
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Agobiados por los modelos de protección laboral vigentes en la eurozona, se busca desesperadamente una reforma laboral basada en la ‘flexiseguridad‘. Los sistemas de estabilidad propia o absoluta de nada sirvieron frente a la realidad y la crisis financiera y económica de las empresas que las obligó a hacer ajustes masivos y colectivos de la dotación laboral, con despidos de cantidad tal que no se recuerda una crisis similar en la historia. La estabilidad absoluta, la protección total cede cuando la crisis ahoga a las empresas, y la necesidad de la subsistencia impone el ajuste de la estructura y si es necesario, el éxodo. Es por ello que las empresas europeas, como ocurrió en Japón y en los Estados Unidos realizaron despidos masivos para reacomodar las unidades productivas. El ajuste, además, no es cíclico, sino por el contrario, sus efectos anticíclicos determinan que los países centrales de Europa no tienen condiciones ni costos laborales competitivos. Como las empresas americanas se refugiaron en China con enormes inversiones en fábricas y centros de investigación y de producción, los países centrales de Europa se refugian en los países que formaban parte del ex bloque soviético, y que ahora son atractivos para Europa por sus bajos costos laborales. Muchas operaciones de Francia, Italia, Alemania, Suecia, Suiza y Holanda se mudaron a Polonia Hungría o República Checa, donde los salarios por el mismo trabajo descienden de cinco mil quinientos euros por persona por mes a tres mil, y las imposiciones previsionales y fiscales son muy inferiores. Al contrario, países como los referidos cuentan con planes de sumamente atractivos, para apoyar las inversiones extranjeras y crear nuevas oportunidades de crecimiento y trabajo.
En este marco se ha creado en los países centrales la “flexiseguridad”. En teoría, se trata de una estrategia política encaminada a lograr un mercado de trabajo flexible, que además garantice la protección social de los trabajadores, además de su contribución a que el Mercado de Trabajo sea más reactivo, inclusivo y competitivo. La flexiseguridad se basa en realidad en tres pilares: la flexibilidad a la hora de contratar y despedir con excepciones a la estabilidad propia y absoluta, la alta protección social para los desempleados con amplias coberturas de la seguridad social, y una política de formación y reinserción laboral muy activa. Los trabajadores deben estar dispuestos a modificar su formación para adecuarse a lo que en cada momento necesite el mercado; para ello se articulan medidas de formación continua tanto para los que tienen trabajo como sobre todo para los desempleados. En muchos casos de desocupados de los Estados Unidos, profesionales de larga trayectoria asumieron que es conveniente comprar y producir vegetales en una huerta orgánica, cuando el oficio o profesión del desocupado era bioquímico, farmacéutico o ingeniero de sistemas. La reconversión frente a una crisis que literalmente borró organizaciones enteras que lucían excelente salud, pero que sus ahorros y reservas los habían invertido en los títulos que se desplomaron con la explosión de la burbuja financiera o la inmobiliaria.
En cualquier caso, y a pesar de que los detractores califican a la flexoseguridad como “una nueva parodia del neoliberalismo” que procura disfrazar la insustentabilidad del modelo vigente en las otrora grandes potencias industriales y de servicios, lo cierto es que son todas maniobras distractivas para reencontrarse con la confianza perdida. Lo cierto es que en la Argentina y en otros países emergentes, los indicadores marcan otras tendencias. Nuestra economía crece al 8%, el empleo en crisis en general mejoró alrededor de 3% en los últimos doce meses, y los salarios han crecido más que la inflación, con lo cual ha mejorado la distribución del ingreso. En efecto, mejoraron los salarios de los que menos ganaban a costa de un sacrificio de los que más ingresos tenían. En el actual contexto, se nos presenta una importante oportunidad para revisar todos los objetivos y alinear los medios para lograrlos. En otras palabras, nuestro sistema legal impone la necesidad de su modernización, no recurriendo a viejos instrumentos ya perimidos de la décadas pasadas, sino reenfocando el futuro. Pocas herramientas cambiarían el horizonte con gran dinamismo. Veamos. Dos anteproyectos ya están redactadas, debatidas, y son la ley de teletrabajo y la reforma de la ley de riesgos del trabajo. Solo falta la decisión política de instrumentarlas. No es necesario insinuar ni anunciar lo anunciado y lo indiscutible por ser lo más conveniente para seguir creciendo. Es imperativo afrontar los grandes desafíos. Veamos, los conflictos han trepado en violencia e irracionalidad, y durante el 2010 han comprometido la productividad. Los aumentos salariales son sustentables, con inflación moderada, aumento de las inversiones, y mejor rendimiento del capital. No tiene racionalidad que un año electoral es una oportunidad para solicitar y lograr peticiones desproporcionadas, que alienten la inflación, desalienten la inversión, y nuevamente, aprovechemos las oportunidades que nos ofrece la providencia. En cambio, parece lógico buscar una salida concensuada a las negociaciones salariales, para que dentro de cierta armonía y compatibilidad, permitan evolucionar junto con el curso de la economía. Resulta claro a través de las evidencias, que los sistemas de controles de precios han carecido de eficacia. Para evitar que algo se rompa al caer, es muy difícil anular la ley de gravedad, pero sí es posible amortiguar el golpe. No es posible ir contra las reglas despiadadas del mercado y la libre competencia, pero se pueden emplear instrumentos eficaces para evitar daños irreparables. Por ejemplo, nadie entiende lo que ocurrió con el mercado de la carne, donde perdimos parte de nuestras exportaciones, pagamos la carne más cara en el mercado interno, y hemos destruido en toda la cadena de valor más de cien mil puestos de trabajo, y una gran oportunidad de contribuir al crecimiento general.
Se impone la moderación y la racionalidad. Las leyes no crean empleo, pero si fijan el marco dentro del cual se pueden fijar las reglas que impone el futuro, y no los rencores y malos recuerdos de los errores del pasado.

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