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La representatividad gremial está fuertemente cuestionada
La representatividad gremial está fuertemente cuestionada
Fuente: El Economista – Pág. 10
Autor: Julián A. De Diego (Especialista en temas laborales)
Fecha: 27-07-07
El costo creciente de la canasta familiar desencadena una ola de reclamos de aumentos salariales que agrega incertidumbre de cara a las elecciones cuando el gasto tienda a ser más expansivo.
Como una reacción en cadena se suceden los reclamos y conflictos originados en el deterioro de la canasta familiar frente a los aumentos salariales pactados por los gremios y las entidades empresarias. La mayoría de estos microconflictos no tienen difusión ni llegan a conocimiento de la autoridad de aplicación como son los casos de FOETRA con las telefónicas, los recurrentes conflictos del Hospital Francés, la movilización de los trabajadores del INDEC, los reclamos de los transportistas de media y larga distancia, o los recurrentes conflictos de los gremios del trasporte aéreo de pasajeros. En cualquier caso, el conflicto generalizado en una actividad o focalizado en una empresa, cuanto más agresivo y profundo sea, mayores aumentos genera, y con ello, son también mayores los riesgos de una distorsión en la economía que se transforme tarde o temprano en un brote inflacionario.
Las empresas están atravesando por los más variados desafíos y vicisitudes. Los controles de precios tuvieron algún paleativo con incrementos de volumen o alternando el mercado interno con las exportaciones. Y sobrevino la crisis energética, las restricciones del uso del gas, y hubo que adecuar horarios y la organización del trabajo, reduciendo la producción intensiva. En otros términos, los insumos aumentaron su costo, los salarios también, bajó la producción y la productividad, y todo con precios controlados y con aumentos cuyo tope osciló en dos etapas del 3% a un total anual del 6%. En los casos de mano de obra intensiva, muchas actividades en singular crecimiento se amesetaron. Las actividades con capital intensivo, tuvieron conflictos y ajustes desproporcionados con los parámetros generales.
Las diferencias
De hecho, el avance del año ya ha producido cambios en el incremento de las retribuciones, que en el primer cuatrimestre fue pactado en torno del 16,5%. Este nivel operó como el mínimo y no como promedio como ocurrió con los ajustes del año 2006 que giraron en torno del 19%. Hoy, los acuerdos celebrados ante el Ministerio de Trabajo rondan el 22 o 23%, y ya existe alguno que se aproxima al 30 %. En rigor, el acuerdo de la Federación de Empleados de Comercio con las cámaras del sector generó un antes y un después, ya que el 23% pactado en cuotas se debe calcular sobre la retribución fija (no variable) y sobre los tickets de los que goza cada trabajador, cuando la mayoría de los acuerdos se establecen sobre los básicos convencionales. A medida que avanza el año, los acuerdos que han quedado rezagados experimentan algún tipo de revisión, unos generados en la misma actividad, otros a nivel de las empresas líderes de cada sector, finalmente, en algunos casos, se los recrea por grupos de empresas o por actividad en una región o zona de influencia, (una provincia, un polo o un parque industrial). La revisión procura reforzar el aumento original con suplementos, sumas no remunerativas, pagos únicos junto a los pagos anuales como el sueldo anual complementario o las vacaciones, incremento de adicionales del convenio colectivo, y otras variantes. Los acuerdos así logrados por las cúpulas sindicales y empresarias tienen un descenso traumático a la realidad de cada empresa. En efecto, las bases no solo descreen y critican a sus respectivas representaciones sindicales, sino que además parten de la premisa de que no representan auténticamente sus intereses profesionales. Por ende, la atribución de representatividad que los afiliados confieren a su secretario gremial se ha roto abruptamente. Se ha desarticulado uno de los más importantes vínculos del contrato social, basado en una alianza entre pares, donde los elegidos como representantes no han cumplido sus mandatos, defraudaron a sus mandantes.
Entonces, los mandantes rompen el vínculo y reasumen las atribuciones originales, y los asumen como propios, convirtiéndose en protagonistas. Es por ello, que los acuerdos salariales de la cúpula al descender a los beneficiarios, son rechazados por ellos por insuficientes, o por generar como mínimo insatisfacción en relación con los deseos y sobre todo, con las expectativas. Si el acuerdo sectorial al comienzo tuvo vigencia por tres o cuatro meses, ahora algunos de ellos no llegan a homologarse para recibir el impacto de cuestionamientos de las bases. El efecto saturación hace que los conflictos sean cada vez más intensos y en su caso, cada vez más agresivos -inclusive violentos-, y la satisfacción de las demandas se agoten a medida que se suceden los mismos, en plazos más cortos. Por ende, un reclamo inicial se extiende por plazos que pueden llegar a un semestre, el siguiente se agotará en tres meses, y los siguientes pueden llegar a la incongruencia de tener frecuencia mensual.
Otros frentes
La idea de disponer de escalones progresivos parecía segmentado en los distintos estratos de la realidad sindical y laboral. Sin embargo, el factor común de la mayoría de los reclamos es que el sindicato está detrás de ellos, ya sea promoviéndolos, ya sea apoyándolos. Sigue un viejo lema gremial que impone liderar el conflicto, sea cual fuere, para evitar que otros lo lideren en perjuicio del monopolio de la conducción, y con el fin de asegurarse la representatividad. Otro fenómeno que genera aumentos imprevistos es la lucha intrasindical entre las bases, los delegados, las seccionales o los sindicatos de base, y las cúpulas de las uniones o de las federaciones. No se trata hoy de un enfrentamiento por la conducción del gremio, salvo algunos casos fuertemente ideologizados, que responden a doctrinas de izquierda que fracasaron rotundamente en el pasado.
Hoy regresan para copar a los sindicatos, abandonando las posturas ideológicas, adoptando un rol reivindicativo, y uniendo a los trabajadores por los intereses.
Otros, la mayoría, sólo buscan mejorar los ingresos utilizando como base el acuerdo sectorial, el que no será techo sino piso de una nueva etapa en procura de una mejora adicional.
Tenemos también el desarrollo de los nuevos gremios, o los que serán nuevos, agrupando a los trabajadores desairados, a los mandos medios que no tienen quien los represente, o a los disidentes que no creen en los gremios, o sus dirigentes, o todo lo que ellos fueron, son y representan.
Otro tanto ocurre en los conflictos de encuadramiento entre dos sindicatos, en donde uno pretende copar la representación de los trabajadores de su oponente.
En general, el atractivo del sindicato que usurpa la representación de su par está basado en una mejor posición relativa en los salarios del convenio colectivo, sus adicionales y sus acuerdos complementarios. El usurpador lo es en todos los planos, ya que no sigue los procedimientos legales de encuadramiento. Al contrario, al margen de todas las posibles alternativas o procedimientos legales, se busca el derecho a través de un conflicto enérgico y traumático, que bloquea la operatoria normal de la empresa generando graves daños que se acrecientan con el correr del tiempo. La fuerza irracional de los hechos se ha impuesto en muchos casos a la fuerza racional del derecho y del funcionamiento de las instituciones.
Los conflictos de encuadramiento generan finalmente la traslación de un grupo o categoría de niveles de ingreso menores a otro de ingresos mayores, sin que haya ningún sentido ni motivación basado en un grupo o categoría de pertenencia. En rigor, triunfa el que ofrece una mayor retribución, que llevada al marco de las empresas, lo convierte en un evento dramático que compromete los costos, afecta la competitividad, y produce distorsiones inflacionarias.
Los observadores se preguntan si habrá una tercera oleada cuando nos aproximemos a las elecciones, donde es previsible que la permisividad estatal aumente, o después de ellas, cuando en el último trimestre del año la contradicción entre los índices oficiales y la realidad de los precios se compare con la capacidad de compra y el deterioro del signo monetario. En alguna medida todos sienten que la inflación se aproxima como un fantasma que recuerda hechos históricos del pasado.
Los salarios son un costo y un mecanismo de ajuste, son también un sistema que determina uno de los segmentos de la distribución del ingreso. Uno de los lemas, tal vez el mayor desafío del actual Gobierno fue el de activar y fomentar un subsistema de distribución del ingreso, y se convirtió en una bandera de lucha, que hoy se traduce en un conflicto social incomparable, y dentro de él en el conflicto laboral sólo comparable al descontrol experimentado en el año 1975.
Hoy volvemos en parte al pasado, dentro de un proceso de negociación de los salarios de los convenios colectivos que tienen un impulso irrefrenable que es el que nace de las bases, que obran por necesidad y por apetencia por la equidad.
Los dirigentes, supuestos protagonistas de la autoridad y de la representatividad, ya la perdieron, y se han convertido en instrumentos de los deseos y aspiraciones de sus representados. Ante esa fuerza verdaderamente incontrolable se enfrentará el Gobierno Nacional, la cúpula de la CGT,las entidades empresarias, y en definitiva toda la sociedad.