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Final para el experimento francés de trabajar menos
Final para el experimento francés de trabajar menos
Fuente: Ambito Financiero – Pág. 6
Autor: Julián A. De Diego (Especialista en temas laborales)
Fecha: 10-01-08
Cae el mito de la jornada reducida de 35 horas de Francia. Nicolas Sarkozi ha prometido su reformulación con horarios flexibles, lo que permitirá mejorar los ingresos en proporción a la mayor demanda de trabajo.
Final para el experimento francés de trabajar menos
Cae el mito de la jornada reducida de 35 horas de Francia. Nicolas Sarkozi ha prometido su reformulación con horarios flexibles, lo que permitirá mejorar los ingresos en proporción a la mayor demanda de trabajo.
En rigor, no se está hablando del tiempo de trabajo, sino de mejoras que se relacionen con la productividad y con la competitividad de las empresas. Sin empresas creciendo con inversiones en tecnología, calidad, marketing y desarrollo, no hay empleo de calidad y lucha eficiente contra la desocupación.
La experiencia de Francia en la reducción de la jornada fue promovida por Lionel Robert Jospin, y de hecho logró en 1997 alcanzar el cargo de primer ministro con la promovida reducción de 39 a 35 horas. Lo cierto es que los resultados fueron funestos. La rebaja de las horas de trabajo generó por vías directas o indirectas la reducción del salario en idéntica proporción. Este fenómeno se dio en forma explícita, con los trabajadores que se fueron incorporando al mercado, con ingresos cada vez más bajos, o con los contratos temporales, que redujeron el tiempo de vigencia de las contrataciones. Con ello se fue alterandola legislación como un medio de flexibilizar la mano de obra, y permitir cierta elasticidad en el manejo del empleo. El otro mecanismo fue el de la reducción indirecta del salario, ya sea con sistemas de retribución variable, que dependía de la productividad como por retaceos en los ajustes periódicos.
Además del impacto en los salarios, el perjuicio mayor lo sufrió el mercado con el crecimiento del desempleo. Curiosamente, la reducción de la jornada no mejoró la demanda de mano de obra, por el contrario contribuyó a que se fomentara el pluriempleo que a su vez provocó el crecimiento gradual del desempleo. En efecto, como los empleados padecieron de un modo u otro una rebaja del ingreso, comenzó a proliferar el pluriempleo, es decir, que el trabajador que contaba con un empleo estable era atraído hacia otro trabajo part-time. Con ambos salarios el ingreso no sólo recuperaba los valores originales, sino que con dos empleos lograba un ingreso mayor al original con la jornada de 39 horas. También creció alrededor de tres a cuatro puntos la informalidad, ya que una persona contratada conforme a la ley podía encubrir otro empleo informal. Con el primerotenía todos los beneficiosde la seguridad social, con el segundo mejoraba el ingreso neto. Los franceses extracontinentales y los inmigrantes legalizados fueron los primeros en sufrir los mayores daños en las condiciones de trabajo, la estabilidad y sobre todo en los salarios. Los nuevos puestos de trabajo y los indocumentados cayeron en ingresos en torno de los mil euros, que en Francia es un salario de hambre.
Pero la máxima calamidad no fueron la rebaja de salarios, el crecimiento del pluriempleo y de la informalidad, ni el aumento de la desocupación. Lo peor fue que las empresas y las organizaciones perdieron competitividad. En el país de Europa que cuenta con mayor cantidad de empleados públicos por habitante, y donde la administración pública es una verdadera maraña burocrática, las empresas comenzaron a perder ventas y luego rentabilidad, tanto en el mercado interno como en el externo.
En definitiva, salarios variables por productividad, aumento de la jornada horaria para recuperar competitividad, fuga de capitales y éxodo de inversiones detrás de la «ex Cortina de Hierro» han actuado en forma convergente para obligar a reformular el modelo laboral y de la seguridad social.
De las experiencias de países centrales como Francia deberíamos volver a los valores esenciales del crecimiento en materia laboral. Para que los salarios mejoren deben crecer la competitividad y la productividad. Para que la economía tenga crecimiento sustentable, deben generarse inversiones genuinas, y ello es sólo posible con reglas claras y sustentables, seguridad jurídica y la recuperación de la confianza en base al funcionamiento armónico del estado de derecho a través de sus instituciones.