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25 abril 2017

Avance de las empresas sometidas al caos por los conflictos sindicales

Avance de las empresas sometidas al caos por los conflictos sindicales

 

Avance de las empresas sometidas al caos por los conflictos sindicales

El caos no parece tener sentido en la relación de conflicto que se plantea en forma habitual entre los sindicatos y las empresas. Sin embargo, el proceso de segmentación que se experimenta en estos momentos dentro de la pirámide sindical está provocando también la separación de los niveles de conflicto, a cargo de los distintos rangos de la representación de los trabajadores.

La productividad de nuestro país es una de las más bajas de la región y del mundo, y el costo laboral ha llegado a ser una de las más altas del mercado global.

En estos factores operan con componentes fundamentales los mayores costos y la menor productividad originada en el accionar y en las cargas impuestas por los gremios.

Las causas de la división intra-sindical e inter-sindical proviene de muy diversas causas, aún cuando la más importante sin dudas proviene de la atomización y de la descomposición del partido justicialista, del cual solo quedan despojos aislados. El catalizador general es sin dudas la crisis económica con la estanflación de los últimos cinco años, y dentro de ella la puja salarial insatisfactoria.

En alguna medida, el gobierno K trazó el epitafio de la unidad del movimiento obrero como el trípode que integraba el partido fundado por Perón. Es más, la pérdida de identidad del peronismo tiene como raíz fundamental la ausencia de un líder carismático que unifique a todas las corrientes, y en ese contexto, la CGT unificada ha sido el mejor ejemplo de la búsqueda de la unidad, para contribuir dentro del partido a que las distintas corrientes busquen un nuevo sendero de unidad.

De hecho, si las corrientes internas siguen atomizándose y si la CGT mantiene su frágil unidad puede emerger del movimiento obrero un candidato a presidente en las elecciones del 2019, como el primer Lula argentino.

Cambiemos y el PRO no podrían existir si el justicialismo no hubiera acelerado su proceso de crisis al punto de iniciar un proceso de autodestrucción, basado en el egoísmo que ofrecen todos sus candidatos, y a la necesidad de desprenderse del pasado reciente que sencillamente fue para ellos catastrófico.

Mientras los gremios peronistas luego justicialistas preservaron la unidad frente a cada desafío histórico, por más de sesenta años fueron un frente eficaz contra los grupos de extrema izquierda.

Ahora todo está en un proceso de cambio acelerado, que comienza a dejar sin timón a las bases, que desde hace tiempo cuestionan a los dirigentes, y se refugian en la representación directa de los delegados.

El primer grupo que se escindió, y que fue aprovechado por la izquierda fue a nivel de los delegados de gremios cuyos dirigentes subestimaron a las minorías y a su poder reivindicativo. Hoy, muchas comisiones internas de delegados de las empresas líderes de diversos sectores tienen copada la representación por minorías, o presentan una minoría disidente muy combativa.

El segundo grupo lo tienen los gremios ligados a la CTA, no solo ATE y Ctera, sino también otros gremios minoritarios, que llegaron a la Comisión Directiva, y con ello, pueden arrastrar a toda su representación al caos.

El tercer grupo lo tienen partidos de izquierda como el Partido Obrero, el MST, el Nuevo MAS, la CCC, con el apoyo del Partido Comunista o con el Partido Comunista Revolucionario, que dan apoyo y se solidarizan con conflictos terminales y emblemáticos, para tener prensa.

El cuarto grupo lo integran las disidencias intra-sindicales e inter-sindicales que generan corrientes internas, de modo que existen gremios que se subdividen, federaciones que pierden su integración por la renuncia a la afiliación de los sindicatos que la integran, generalmente originados en el manejo de los fondos gremiales.

En rigor, el nivel de conflicto ha generado tal segmentación de la representatividad, que la única solución posible es la integración de los sectores en pugna, previo análisis de los grupos que la integran, para que converjan en acuerdos que cuenten con cierta sustentabilidad. Para reforzarlos habrá que contar con garantes que representen a cada grupo, y la neutralización de los grupos que mantienen la rebeldía a cualquier precio y bajo cualquier circunstancia.

El Ministerio de Trabajo nacional y sus pares provinciales tendrán un rol fundamental para evitar que el caos se apropie de las empresas, que aún cuando parezca una fórmula suicida, porque trata de terminar con la fuente de trabajo, en rigor, está tratando de obligar a las empresas a compartir el poder de dirección y de organización. En Europa se denominó a este proceso ‘contractualización de los poderes del empleador’ y los llevó a una verdadera decadencia de la que aún no han podido salir.

El principio del fin lo tenemos cuando la empresa para decisiones netamente empresarias, deba consultar al gremio, a los delegados o al partido que los representa, antes de adoptar una decisión. Verdaderamente insólito pero cierto y es el proceso que se avecina.

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