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La reforma laboral debe promover el empleo registrado en las pymes
La reforma laboral se transformó en sinónimo de pérdida de derechos de los trabajadores, de rebaja de salarios y de un símbolo de la explotación del hombre por el hombre.
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Martes 29 de agosto de 2017
En rigor, los políticos y algunos dirigentes la convirtieron en una falacia que obstaculiza y hasta neutraliza el progreso, la modernización de las empresas y la empleabilidad de los futuros dependientes.
Si el blanqueo laboral y la eventual reforma son reales, para que ambos tengan éxito son necesarios tres elementos:
a) que la economía se encuentre en franco crecimiento, sobre todo en el mercado interno;
b) que se combine con una importante promoción del empleo para pequeñas empresas;
c) debe contar con apoyo financiero, apoyo en materia fiscal y previsional, y patrocinio del gobierno como emprendedor con beneficios especiales.
La fuente de empleo más importante hoy es la que nace de las pequeñas empresas con dotaciones que no superan los 80 o 100 trabajadores. Por ende, deberíamos darle particular relevancia al marco regulatorio, al impacto de las cargas sociales, y al régimen impositivo.
El empleo dinámico más creativo está en las pequeñas empresas, que se cuidan y se reciclan siguiendo el principio elemental de subsistencia. Robert Bernard Reich (Universidad de Yale, 1946), Ministro de Trabajo de Bill Clinton y asesor de Barack Obama, escribió en su libro El Trabajo de las Naciones (1991), emulando a La riqueza de las Naciones de Adam Smith, (1776) argumentó que la competitividad de una nación depende de la educación y las habilidades de su gente, en conexión con la infraestructura y no principalmente de la rentabilidad de las empresas.
Logró en su gestión crear más de 1.000.000 de emprendimientos por año. Afirmó que el capital privado es cada vez más global y sin trabas, mientras que el capital humano de un país constituye el recurso del cual depende el futuro nivel de vida de una nación.
Instó a los políticos a hacer inversiones públicas en la piedra angular de la política económica. Abogó por ofrecer más oportunidades a los trabajadores para aprender las nuevas tecnologías. Reconoció a los sindicatos como actores sociales para equilibrar fuerzas en el mercado.
Considera que para reactivar la economía es necesario un presupuesto de inversión pública, diferente del presupuesto de gastos corrientes. Señala que “los estudios demuestran la inversión pública en infraestructura genera un retorno de 1,92 dólares por cada dólar invertido”.
“El rendimiento de la educación en la primera infancia puede estar entre el 10 y el 16 por ciento y el 80 por ciento de sus beneficios benefician primero a los ciudadanos en general”.
Asignaciones adicionales para las inversiones públicas pueden hacerse siempre que el rendimiento esperado sea mayor que el costo. Sostuvo que se requiere un complemento salarial para las personas de menores ingresos, y financiarlo con un mayor impuesto sobre la renta marginal.
Propició en particular invertir más en educación para las comunidades de bajos ingresos, empezando por la educación de la primera infancia hasta la educación superior. “Los impuestos son el precio que pagamos por una sociedad civilizada”.
En su libro Supercapitalism (2007) sostuvo que la competencia empresarial, impulsada por los consumidores y los inversionistas, lleva a las empresas a buscar las mejores condiciones posibles en cualquier parte del mundo, lo que está generando graves problemas sociales que los gobiernos no quieren enfrentar, porque las grandes corporaciones y firmas de Wall Street tratan de lograr también una ventaja competitiva por medio de la política y así ahogan las voces de los ciudadanos comunes.
La respuesta debe ser mantener a las empresas centradas en producir más y mejores bienes y servicios y al margen de la política. La responsabilidad social corporativa debería ser esencialmente abstenerse de las actividades que socavan la democracia.
El gobierno nacional debe asumir que los hechos reales y confirmados aseguran el éxito. En efecto, es requisito previo el crecimiento de las inversiones y la reactivación del mercado interno, para plantear una moratoria razonable y con ella una campaña eficaz de promoción del empleo PYME hasta cien (100) trabajadores.
Por Julián A. de Diego.
Director del Posgrado en RR. HH. Escuela de Negocios de la U.C.A