
publicaciones
Adecuar la legislación a las nuevas tecnologías y formas de organizar el trabajo
Los cambios propiciados por el anteproyecto del Gobierno tratan de introducir reformas que debieron haberse incorporado en los últimos quince años, en forma simultánea con los cambios que se operaron en los modelos de relaciones laborales, o procuran restablecer ciertos institutos que se deformaron por interpretaciones jurisprudenciales, y por último, procura apuntar al futuro después de una serie de reformas que degradaron o retrotrajeron nuestra legislación a los términos y condiciones de la posguerra.
Edición impresa
Miercoles 15 de noviembre de 2017
En cualquier caso, el anteproyecto es solo el comienzo de un proceso que en España se inició hace siete años, en Francia hace siete también, en Alemania comenzó en el año 2007 y no solo no culminó, sino que por el contrario, se siguen acoplando nuevos ajustes ligados a las nuevas formas de organizar el trabajo, bajo la influencia esencial de las nuevas tecnologías.
Mariano Rajoy (Partido Popular), al promover los cambios en España expresó que se proponía “facilitar la contratación, con especial atención a los jóvenes y a los parados de larga duración, potenciar los contratos indefinidos frente a los temporales y que el despido sea el último recurso de las empresas en crisis”, además de “acabar con la rigidez del mercado de trabajo y sentar las bases para crear empleo estable”.
Desde 2016 se viene gestando en Francia una reforma laboral cuya iniciativa parte del Ejecutivo de François Hollande con su primer ministro Manuel Valls a la cabeza, a fin de realizar cambios profundos en el sistema de relaciones laborales francés. Finalmente el 22 de Septiembre de 2016 a 4 meses de la asunción del mando, el nuevo Presidente Emanuel Macron firmó en cadena nacional, tomado atribuciones especiales, cinco decretos que sellan la reforma laboral de Francia. Macron, de 39 años, dijo en su momento: “No voy a ceder ante los vagos, los cínicos ni los extremos”.
La CGT (principal sindicato francés) y el líder de izquierda por el partido Francia Insumisa, Jean Luc Mélenchon, han llamado la atención sobre los peligros de lo que consideran un “golpe de Estado social”.
La Comisión Hartz en Alemania, dividió en etapas en los años 2003, 2004, 2005 y 2010, donde se crearon nuevas modalidades contractuales entre 400 y 800 euros, que movilizaron a todos los desempleados ensamblándolos en su primer empleo, junto a la Agencia Nacional de Empleo, los planes de capacitación entrenamiento y educación con salida laboral, y el sistema de desempleo, que reorientaron toda la mano de obra disponible hasta bajar el desempleo al 7%.
Angela Merkel logró inclusive que el PBI estuvieran en línea y relacionado con la creación de empleo.
La reforma laboral en Holanda es una de las más elaboradas. En efecto, el acuerdo de Wassenaar en 1982, eliminó la vinculación de los salarios con las subidas de la inflación, recortó el salario mínimo real durante años, se redujo la prestación de desempleo y se recortaron los sueldos de los funcionarios públicos. No obstante y para compensar estas reducciones salariales, el gobierno bajo los impuestos primero en forma de shock y luego con miniajustes, y logró recortar el gasto público en un 14% de PIB. En el mercado laboral, los salarios aumentan menos que la inflación. En este marco, el gobierno holandés y las organizaciones empresariales y sindicales lograron unos acuerdos en abril de 2013 relativos al mercado laboral para flexibilizarlo. Con ello se procura facilitar una mayor movilidad de un trabajo a otro en el menor tiempo posible.
Con la reforma de la Ley de Despido reduciendo las indemnizaciones y la modernización de la Ley de seguro de desempleo se quiere acortar el tiempo de transición de un empleo a otro, se logró bajar la tensión social. El objetivo es que la gente permanezca desempleada el menor tiempo posible. Esto beneficia a los trabajadores, a los empresarios y a las arcas públicas.
Podríamos repasar las reformas de Italia, Grecia, Finlandia, Noruega, Suecia, Suiza y Dinamarca, sin dejar de tener en cuenta la flexibilidad que lograron República Checa, Polonia, Hungría, Rumania, y otros ligados otrora en la órbita soviética.
Todas comenzaron a realizar cambios con los primeros años del Siglo XXI, se profundizaron alrededor de la primera década, y se consolidaron en los últimos tres años. En estos momentos se siguen haciendo reformas puntuales en temas claves como son la jornada y los descansos, el régimen jubilatorio, el sistema de salud, y los planes de reconversión.
La reforma laboral en la Argentina recién comienza, es un proceso que llevará varios años, y que seguramente permitirá colocar a nuestro país a la altura de otros en materia de productividad y de competitividad, que hoy no tiene.
Por Julián A. de Diego.
Director del Posgrado en RR. HH. Escuela de Negocios de la U.C.A.