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5 septiembre 2018

Posibles desbordes en la negociación salarial frente a la crisis

Las devaluaciones han arrojado una pérdida del nivel de los ingresos extraordinaria cuyo impacto en los precios es aún impredecible en un contexto de volatilidad e incertidumbre, junto al derrumbe sistemático de la confianza.

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Miercoles 05 de septiembre de 2018
La incógnita es cómo resolver el proceso actual de aguda estanflación, es decir, con inflación alta y caída sin piso de la actividad económica, con altísimo déficit fiscal, y muy pocas inversiones de riesgo.

El proceso de revisión de salarios se enfrenta con una nueva encrucijada frente al curso de la inflación desencadenada por la última corrida cambiaria, alternada con una serie de coyunturas que se subdividieron hasta ahora en cuatro etapas.

En efecto, la primera etapa fue la que fijó la meta en el 15% en diciembre de 2017 que llevó a varios sindicatos a apoyar al Poder Ejecutivo firmando el acuerdo en ese límite, en un contexto de cierto pacto de no agresión con el parte importante del partido justicialista, meta que rápidamente fue superada por la inflación y por las proyecciones anuales.

La segunda fue casi inmediata, cuando se comenzó a disparar la inflación y generó acuerdos en torno del 20%, no solo cuestionando la meta original, sino aproximándose a lo que podía ser la inflación real con los datos del primer cuatrimestre del año.

En una tercera etapa, todo dentro del año 2018, y a continuación del desfasaje del IPC del INDEC el Ministerio de Trabajo dispuso por resolución que los firmantes del 15% podían suscribir un acuerdo por vía de “fast track” para completar dicho 20%.

Luego sobrevino la cuarta etapa con acuerdos que superaron el 20%, que se inició con el acuerdo de FATSA (sanidad) con las clínicas y sanatorios con el 25%, camioneros con el 27%, hasta llegar al acuerdo parcial de la Asociación Bancaria que supera en forma integrada el 32%.

Todos los acuerdos tienen cláusula de revisión, que como se recordará suplió a las cláusulas gatillo que había sugerido el Poder Ejecutivo durante el año 2017 y que todos aceptaron. La cláusula de revisión, en algún momento garantiza a todos las actividades un ajuste final que surgirá de la comparación entre el IPC del INDEC y lo acordado por las partes. Los resultados seguramente importarán el pago de la diferencia de alguna forma como acuerdo final del año 2018.

En un cuadro como el precitado se avecinan un abanico de alternativas para atender la coyuntura y morigerar los efectos negativos de la crisis.

 Entre ellas la más probable está ligada a la iniciativa ya realizada por el Ministerio de Trabajo habilitando un porcentaje por la vía del proceso sumarísimo o “express” que hemos denominado de “fasta track”. La incógnita es determinar cuál será el ajuste. Una alternativa es que se incremente otro 5%, esperando que el proceso siga avanzando en estos cuatro meses dramáticos que restan hasta fin de año, en donde experimentaremos los efectos del ajuste. En dosis graduales, el impacto será gradual, y los efectos no serán de shock sobre la economía real.

Una segunda alternativa, menos prudente es admitir la renegociación de los acuerdos salariales activando las cláusulas de revisión en los próximos días, de modo que cada actividad, de acuerdo con sus posibilidades resuelva el devenir de los aumentos en porcentajes y en los plazos que la actividad lo pueda receptar. Una variante de esta opción, es activar la revisión cuando el IPC del INDEC supere lo pactado en cada convenio colectivo.

Una tercera alternativa, la menos viable, es que se mantenga el status quo como se ha pactado de modo que cada una de las actividades tendrá los ajustes que haya logrado hasta ahora, incluido el 5% adicional que hayan recibido los beneficiarios del decreto del Poder Ejecutivo, y podrán reacomodar los ajustes cuando se conozca el IPC del INDEC del año 2018, a mediados de enero de 2019. En este grupo, habrá un impacto negativo sobre el sector en el cuarto trimestre, que no contaría con ningún paliativo para enfrentar la inflación y los nuevos precios con salarios retrasados.

El eje de la coyuntura no pasa por los salarios como de hecho ocurrió en otras etapas de la historia reciente. En cualquier caso, la pérdida del valor del ingreso es un hecho objetivo que requiere soluciones que seguramente serán por ahora paliativos temporarios. Para lo que no hay espacio es para ignorar los salarios de la actividad privada.

Por Julián A. de Diego.
Director del Posgrado en RR. HH. Escuela de Negocios de la U.C.A.

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